Evaluación de Instituciones Educativas
Las
diferentes crisis por las cuales atraviesan los sistemas educativos han
propiciado una serie de reflexiones y análisis que dan lugar al surgimiento de
nuevos paradigmas, enfoques y modos de entender el proceso educativo y sus
interrelaciones con el aparato productivo y la sociedad.
En referencia
a la evaluación de instituciones educativas es necesario considerar que ésta,
ha sido preocupación y ocupación tradicional de todos los países. Sea cual sea
el enfoque que se tome, la evaluación de instituciones educativas, como casi
todas las grandes investigaciones evaluativas, es una tarea compleja, sobre
todo en la práctica, por razones técnicas, presiones ambientales, falta de
evaluadores cualificados y dificultades de lograr la colaboración y
participación necesarias.
De hecho, la
práctica de la evaluación de instituciones educativas, a pesar de sus avances,
necesita seguir su proceso de desarrollo y solucionar algunos problemas
importantes todavía demasiado frecuentes. Por otra parte, la investigación
sobre eficacia constituye actualmente un criterio especialmente relevante para
justificar la inclusión de indicadores de evaluación de
instituciones educativas, pues, si bien desde planteamientos teóricos podemos
identificar y justificar un gran número de ellos, a la hora de seleccionar
aquellos más relevantes existe otro tipo de criterios más objetivos los cuales
pueden impedir el que la evaluación sea una labor ardua y prolija, cuya
eficacia será dudosa al poseer tanta información, probablemente irrelevante,
para una toma de decisiones operativa, cumpliendo con la función propiamente
evaluativa.
No es extraño
encontrar en la literatura sobre el tema y en algunos modelos o planes extensos
listados de indicadores o variables a considerar en la evaluación de
instituciones educativas, donde, si bien todos ellos constituyen componentes
del centro, no sería adecuado incluirlos en una evaluación de las
características que apuntamos. En este sentido, la calidad de la evaluación no
está precisamente en recoger la mayor cantidad posible de información relativa
a la institución, sino en seleccionar aquellas variables que, desde
planteamientos teóricos y fundamentados en un modelo, se puedan justificar como
especialmente relevantes por la magnitud de su importancia, por su valor
mediador, por su capacidad para ejercer cambios si fuera necesario, por su
importancia puesta de manifiesto en investigaciones empíricas y, en síntesis,
por su contribución a una evaluación dinámica, operativa, de resultados y
feedback inmediatos, y eficaz en la toma de decisiones y en su repercusión en
el centro.
Así pues, la
determinación de indicadores debe partir de modelos conceptuales dirigidos
hacia sistemas de valores más comprensivos que tengan en cuenta variables de
contexto, entrada, procesos y productos, y la evidencia empírica existente con
relación al logro de los distintos productos.
Referencia
Santos Guerra, Miguel Angel. (1993). Estrategias para la Evaluación interna de los
Centros Educativos, Madrid, MEL.
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